Regresé a buscarlo y por más que me fijé por donde iba, no lo encontré. Regresé a la casa y marqué y ya lo habían apagado. Alguien lo encontró y se lo quedó. Maldita gente, les bastaron unos segundos para apropiarse de lo que no es suyo.
Pues tuve que reanudar mi rutina, y en cuanto llegue a la chamba pedí permiso, cancelé el sim, renové contrato y me dieron un nuevo teléfono celular.
Ya estoy estrenando: un flamante Sony Ericsson W705.