29 de agosto de 2007

Un Año Después de Volver a Nacer.

Me dirigía a un viaje de comisión más.

Para mí ya se estaba convirtiendo en algo rutinario el hecho de salir de viaje a visitar Plazas Comunitarias de Educación para Adultos. Y no se estaba haciendo algo rutinario, sino algo diferente cada vez: algo para disfrutar.

Que si el viaje era a los Altos de Jalisco, a disfrutar de la belleza femenina que caracteriza esas tierras, además de los paisajes llenos de agave azul.

Que si el viaje era hacia la Región Sur, a disfrutar de la sierra de Tapalpa, su paisaje y su aroma, disfrutar de Ciudad Guzmán, Sayula y Teocuitatlán y su gente, una birria de Tecalitlán...

Que si el viaje era hacia la Manzanilla, pues también disfrutar de su sierra, de su gente bonita, , de los bosques de Mazamitla, además de traer los recuerdos de cuando me casé.

Que si la rivera de Chapala, trayendo recuerdos de mi infancia cuando visitaba a mi abuelo en Jamay, cuando salía con amigos a Jocotepec, y con familia a Ajijic, Chapala y Ocotlán. Tantos recuerdos...

Que si Puerto Vallarta y sus playas (no creo que haga falta describir su atractivo).

Pero en esta ocasión le tocaba a la región de Autlán. En sí podría considerársele una región difícil, tanto por distancia por dificultad en carreteras. Pero es de gente bonita en general. Villa Purificación, La Huerta... Cihuatlán. Y junto con Cihuatlán está Barra de Navidad y Melaque, las playas que más me gustan de mi Jalisco. Y por si fuera poco, de regreso tengo la posibilidad de pasar por Manzanillo, que aunque se encuentra en Colima puedo pasar por ahí a fin de aprovechar mi retorno por medio de la autopista que desde ahí surge hacia mi Guadalajara.

Dicho esto, era obvio que mi viaje no era despreciado por mí, a pesar de que tuviera el factor de que era de trabajo.

Pero, la vida nos tiene reservadas tantas sorpresas...

Fui al Instituto, recogí mis cosas necesarias para el trabajo que tenía que realizar, y tomé camino hacia Autlán de Navarro. Salí de Guadalajara, dejé Zapopan atrás, y aún pasaba por Tlajomulco de Zúñiga, a la altura de Plazas Outlet...

Adelante venían un par de camionetas tratando de ganarse el lugar, rebasándose, acelerando y frenando. De repente, la que estaba hasta adelante se frenó repentinamente, no sé si por payasada, si se le atravesó un perro, o no se que. Total que obligó a que el conductor siguiente se frenara de igual forma, y obligándome a mí a hacer lo mismo. Para mi mala suerte, en mi carril derecho pasaba un torton, de esos camiones que llenan de caña de azúcar, y al frenarme la camioneta que yo conducía derrapó un poco, lo suficiente como para hacer que una pequeña esquina, la delantera derecha, saliera de mi carril, y dicho camión me aventara hacia mi izquierda.

Derrapé y la camioneta comenzó a girar. Es increíble la cantidad de pensamientos que se agolpan a la mente cuando uno está en una situación de este tipo. Ahora entiendo el concepto de "vi pasar toda mi vida frente a mí". Pensé en luchar con el volante, freno y acelerador para evitar ser lanzado; pensé, cuando vi lo inminente, en mis hijos, mi esposa; pensé en lo que había sido mi vida; pensé en que tal vez había llegado el momento y que, tal vez, aún no estaba listo, o tal vez si; me pregunté por qué de esta manera, sin que estuvieran los míos a mi lado; y me encomendé y me entregué a Dios...

Después de no sé cuantas vueltas, terminé en una cuneta. Papeles volando por la cabina, yo aún fijo en el asiento del conductor gracias al cinturón de seguridad, a pesar de que estaba ladeada la camioneta. Pasaron segundos, minutos, no lo sé. Lo siguiente que recuerdo fue la voz del conductor que venía atrás de mí preguntándome si estaba bien. Me desamarré y me revisé si tenía algo, un golpe, una cortada... Nada. Salí de la camioneta por mi propio pie. En ese momento me di cuenta que recibí otra oportunidad de aquel a quien me encomendé.


Y ahora estoy aquí a un año de ello. Y muchos escépticos dirán que no hay Dios. Pero yo sé que El me permitió estar ahora, en este asiento, frente a esta computadora, escribiéndoles estas memorias, cuando en ese momento todo pudo haber terminado.

27 de agosto de 2007

Cambiarse... O No Cambiarse...

Si se fijan, del lado derecho de esta su humilde casa, abajo del relojito, he publicado una encuesta que hace referencia a este día.

Lo que sucede es lo siguiente. Como lo comenté en un post pasado, nos cambiamos de casa temporalmente. Dicho cambio obedecía a que estaba por nacer el bebé, y se hizo con el objetivo de que mientras estaba la cuarentena tuviéramos a la familia más cerca para cualquier cosa que se ofreciera. Pero, como lo saben, mi Ñora ya empezó a trabajar y pues la razón de ser del cambio de casa ya dejó de ser.

Pero ahora estamos en una disyuntiva, porque pronto vencerá el contrato temporal de la casa que rentamos y debemos tomar una decisión.

Tenemos la opción de regresar a nuestra casa, la cual estamos pagando y es nuestra nuestra. El único detalle es que está muy lejos de nuestros trabajos, de nuestras familias, de nuestro medio. Dicha casa se encuentra fuera de la Zona Metropolitana de Guadalajara, más allá del aeropuerto, y por lo mismo es problema tanto en tiempos, como en riesgos (diario es tomar carretera para ir y venir). Ventaja, solamente nos dedicamos a pagar nuestra mensualidad y a disfrutar del lugar, que tanto a mi Ñora como a mi nos encanta.

Otra opción es renovar el contrato donde vivimos de forma indefinida. La cosa es que esta casa a mi Ñora no le gusta porque la siente algo encerrada. Además, a mi no me gusta porque tenemos algunos vecinos que supongo que no conocen la palabra "respeto", y a los cuales tenemos que andar aguantando sus relajos. A esto súmensele que estamos viviendo cerca de con mi familia política, que en este caso para mi Ñora es ventaja, y para mi no tanto, ya que los chaparros los dejamos con ellos mientras trabajamos, pero esto será temporal porque tenemos el objetivo de ya meterlos a un kinder-guardería (porque nos tocó vivirlo y vimos que los chaparros le sacaron mucho provecho mientras estuvieron en una guardería, además de que les deban de comer, les divertía, etc.).

Otra es buscar casa por la zona. Pero para mi es lo mismo, porque la gente en esa colonia es muy similar, muy voluntariosa, y la verdad yo quiero buscar un lugar dónde vivir donde mi única preocupación sea si tengo Internet o no. En este caso mi Ñora está más a favor por el detalle de vivir cerca de su familia. Unica ventaja: mejorar la casa que se le hace encerrada a mi Ñora.

Y otra opción es buscar casa en otro lugar, cerca de nuestros trabajos. Yo le veo la ventaja de que es menor el traslado a nuestra vida cotidiana, y sobre todo si vamos a meter a los chaparros a una guardería, ya que la buscaríamos cerca de nuestros centros laborales. La bronca es que alejaríamos a la familia política, y pues la verdad mi Ñora no se hace a la idea.

En los tres últimos casos tendríamos que poner en renta nuestra casa, y lo que recibiéramos serviría para pagar la renta de la casa a donde nos vayamos, y mientras seguiríamos pagando las mensualidades normalmente, es decir: recibir una renta y pagar otra renta y una hipoteca.

Aun nos queda un mes para tomar la decisión. Se aceptan sugerencias, comentarios, etc. Y por supuesto: tu voto es bienvenido.

23 de agosto de 2007

A Estas Alturas y Yo con Achaques...

Pues bien, como les comentaba hace un par de días, estaba medio adolorido, y saliendo de la chamba me lancé derechito (con sus respectivas vueltecitas, porque si no chocaba) con Toribio, el doctor.

Primero he de poner en antecedentes que es el primer doctor en forma con el que asisto. En mi infancia recuerdo que mi madre me llevaba primero con una doctora, y luego con otro doctor, ambos homeópatas. Pero siempre era ir y tener fe en que me curarían. Tal vez sí me curaron, no me acuerdo. Lo que sí, es que alopatía jamás. Ya de joven, mi creencia era de que si el cuerpo se enferma, solito se repara. No me pregunten de dónde saqué esta tarugada.

Pues bien, a partir de que me enmatrimonié con mi Ñora, comenzaron las atenciones por enfermedades, partos, etc. Para esto, ella y su familia ya tenían un médico que las atiende desde hace años, el médico de cabecera, y éste es Toribio, así que con él asistíamos. Luego entonces dichas atenciones corrían por cuenta de uno y a favor de Toribio...

Yo muy renuente a atenderme, como hacía años, creyendo que la salud regresa con un Tabcín o con un Tesalón, hasta que en algún momento llegaría alguna enfermedad, de esas no convencionales (llámense tos o gripe) que me haría caer en las garras de Toribio.

Y, pues, siendo que lo que yo traía no era ni tos ni gripe, fui y sucede que lo que yo traigo es:
  • Contractura muscular en la espalda.
  • Esofagitis.
  • Principios de hernia hiatal.
  • Súmense éstos a mis ya queridas y añejas úlceras y gastritis.
  • Continúa el riesgo que ya tengo de cuando tuve una congestión en la vesícula biliar.
  • Mas lo que se acumule ésta semana.
Y ya con ésta me despido, porque ese día, ayer y hoy han sido de inyecciones y pastillas que es una barbaridad... Y yo por lo pronto voy a tratar de chiquearme un poquito, de jetearme no tan poquito, y esperando que el Internet regrese a casita antes del fin de semana porque sucede que por un pequeño descuido de fechas hubo por ahí un exceso de pago que ya se solucionó, jejeje.

21 de agosto de 2007

Nunca Compres Cuando Cargas.

Como que hoy no fue lo que se pueda llamar un excelente día para mí (y aún no acaba).

Inicié el día y se me hizo un poco tarde. Total, no pasó a mayores: nada que una pisadita extra al acelerador no pueda solucionar. Pero antes de salir de casa me percaté que el Internet no estaba funcionando... Nooooooooooo!!!! Llegando voy a tener que revisar a ver qué pasó (eso de ser informático a veces tiene su ventajas, jejeje).

Ya en la chamba nos pidieron que apoyáramos en el cambio de lugar de una de las áreas de archivo. MALO. Ya tengo unas semanas que el único ejercicio que hago es el de abrocharme las agujetas (si es que se desabrochan). Así que ya se imaginarán: eso de cargar con cajas de archivo muerto y anaqueles metálicos me dejó en pedacitos, trozos, seccionado, una parte aquí y otra allá.

Dejamos hasta la mitad porque todos los que trabajamos en esto (ahí es donde mi orgullo quedó salvado) acabamos cansados, pero la bronca es que traigo la espalda adolorida a más no poder. Con decirles que estuve a punto de comprar seis Switches Gigabit sin fijarme que la cotización que me habían hecho estaba elaborada en dólares. ¡En dólares y no en pesos mexicanos! ¿Saben ustedes qué es eso? Diez veces y fracción más del precio que pensé que estaba contemplando.

Estaba tan adolorido que no atiné a razonar las proporciones de lo que me cotizaban y el precio. Bendito Dios que se me ocurrió darle una última revisada...

Y amenazan con que mañana hay que acabar... Ahí que acaben los de otras áreas, que uno es informático, no cargador!!!

Lonoooooooooooooooool!!!!!!!

16 de agosto de 2007

Reencontrando a la Contadora.

Pues hoy solo tengo la noticia de que mi Ñora comenzó a trabajar. Mal terminó su cuarentena cuando consiguió trabajo.

Buena y mala.

Buena porque se va a reencontrar con la contadora que ella es. Es buena en lo que es su profesión, y de hecho en esa faceta me tocó conocerla, así que sé que le irá bien profesionalmente. Y bueno, pues eso también nos ayudará económicamente.

Mala porque va a batallar en desacostumbrarse de sus hijos. Los va a extrañar después del tiempo que vivió todo el día con ellos. Va a dejar el oficio de diseñadora de modas que tanto le apasiona, y a ver cuándo vuelve a retomarlo. Va a recomenzar como auxiliar, aunque con sus conocimientos y su capacidad sé que eso durará poco e irá escalando puestos rápidamente. Y la peor: entre algunos compañeros de trabajo suyos por ahí hay gente que la conoció como jefa de contabilidad, y pues pega en el orgullo que, de haberte visto como jefe, te vean como auxiliar.

En fin, esperemos que pronto vaya escalando puestos y se sienta plena profesionalmente.

Así es el mundo laboral de ingrato...

11 de agosto de 2007

Fiesta Atlética de Antaño.

Estábamos viendo la TV mi Ñora y yo. Algo raro, porque pocas veces me doy el tiempo de dedicarle un rato a la TV. En eso, en un corte comercial, pasaron un anuncio en el que una señora estaba manejando y estaba triste, y su hijo le preguntaba el porqué de su tristeza. Y en ese momento, hicieron la analogía de lo triste que se puso el niño cuando le metieron un gol.

Mi Ñora me comentaba que se le hacía muy tierno el momento, y me preguntó qué tan importante es para un niño el recibir un gol, como para tomarlo como una tragedia.

Inmediatamente me trasladé a mi infancia, y se me vinieron varios recuerdos de cuando jugábamos, y efectivamente, recuerdo momentos y sentimientos de cuando jugaba fútbol. La alegría de cuando ganábamos, o cuando metíamos gol. La tristeza de cuando perdíamos, o cuando nos metían gol.

Mi Ñora quedó conforme con la respuesta, pero yo me quedé atorado en los recuerdos. Y llegó a mi mente uno de los momentos, para mí, más inolvidables de mi infancia: un partido de fútbol cuando estuve en sexto de primaria.

En la escuela en la que estudié la primaria cada año se celebraba la "Fiesta Atlética". Dicho evento era una celebración deportiva que enfrentaba a todos los grupos del colegio: como en todos los grados había un grupo terminando en 1 y un grupo terminando en 2, entonces cada salón se enfrentaba al otro salón del mismo grado, haciendo que se formaran dos grandes equipos dentro del colegio: los "Azules" y los "Rojos", separando los grupos pares de los nones.

Dicho evento se hacía en grande por parte de la escuela, aunque para los alumnos nos significaba mucho, pues la Fiesta Atlética no era lo que nos importaba (contrario a lo que significaba para maestros y papás), sino el previo a la Fiesta Atlética, que consistía en partidos de fútbol por grados, los cuales ya contaban puntos para los bandos acumulándose al resultado que se obtendría en la Fiesta Atlética. Dichos enfrentamientos comenzaban por los primeros grados (los "chavitos"), al día siguiente los segundos, y así sucesivamente, hasta llegar un día antes de la Fiesta Atlética con el partido estelar: los sextos, los grandotes.

Como era de esperarse, cuando jugaban los primeros era un reverendo despapaye. Era una bronca para el maestro que hacía de árbitro, porque a donde corría el balón estaban 20 pares de piernitas pateando la pelota sin ton ni son a donde fuera, y más que lo futbolístico, lo atractivo era lo divertido que resultaba dicho espectáculo. Conforme avanzaban los grados, es lógico que aumenta el nivel futbolístico, hasta llegar al juego estelar de los grandotes. Y era ley: los chiquitos admiraban a los grandotes y esperaban con ansias avanzar de grados, crecer, para llegar a participar en la selección que jugaría dicho clásico.

Y no me excluyo de esto. Recuerdo que cuando era de los chiquillos, veía a los grandotes con anhelo, y si bien siempre me tocó estar en la selección de los salones en los que estuve, y en la del colegio, mi sueño era participar en dicho juego.

Y el tiempo corre y llegó el momento. Para mi fortuna estuve en la selección y llegó el gran día. Recuerdo que fue un juego muy reñido, y en el primer tiempo el resultado se conservaba en el par de roscas (0-0).

Llegó el segundo tiempo. Hubo una jugada en la que atacábamos y un defensa contrario sacó el balón por la banda izquierda. Un compañero fue por el balón para efectuar el saque de banda correspondiente, pero no sé qué me impulsó (porque normalmente no soy del gusto de hacer los saques de banda) y corrí a pedirle el balón al compañero y pedirle que se fuera al área contraria a buscar el remate.

Tomé distancia, todavía recuerdo que un compañero de salón (Meade) que estaba apoyándonos me decía "a la olla, Memo, a la olla, tu puedes", agarré vuelo y lancé el balón. Dicho pase llegó hasta un compañero (Arroyo) quien recibió el pase franco y solo en el área chica, pues nadie esperaba que yo fuera a lanzar el balón a tan larga distancia, y cabeceó para meter nuestro primer gol. Lo celebré como si yo lo hubiera metido, y todavía recuerdo el rugido de gol emitido por media escuela (del puro recordar se me enchina la piel).

Como era de esperarse, nuestros contrarios lucharon por empatarnos, y nuestro maestro, que en ese momento estaba convertido en director técnico, nos dirigía a gritos para que conserváramos la ventaja y defendiéramos ese gol que con tanto trabajo llegó (y pues en esos tiempos lo que decía un maestro era ley, jejeje). En una de esas jugadas, en un tiro de esquina, un compañero rechazó el balón y me cayó a mí. Lo conduje lo más rápido que pude hacia el área contraria y hasta donde pude, más allá del medio campo. En el camino burlé a uno, y en la desesperación por detener el peligro, dos defensas se fueron a marcarme. Yo en ese momento ya estaba cansado después de la carrera que hice por llevar el balón hasta ese lugar, y sabía que me quitarían el balón siendo mayoría, pero en eso alcancé a ver que, en medio de los dos, si lanzaba un pase adelantado, llegaría a los pies de un compañero (Parres), quien era muy bueno y que sabía que si le llegaba el balón quedaría solo frente al portero. Logré el pase, y Parres se encargó del resto: cayó el segundo gol. Si el primer gol fue festejado, este fue una locura.

Total, finalizó el partido 2-0, y ese juego quedó guardado en mi memoria y no lo olvidaré hasta que me muera. Ahora, me pregunto, ¿lo habrán olvidado los compañeros que metieron gol? Claro que no. Si yo no olvidé esos dos pases para gol, ellos que los metieron menos. ¿Lo habrán olvidado mis compañeros de equipo? Lo dudo, porque era el partido a ganar. Si algo se deseaba futbolísticamente en el colegio era jugar ese día y ganarlo. ¿Lo habrán olvidado los contrarios? Tampoco creo. Haber perdido ese partido fue tener la oportunidad y haberla dejado ir. No volverán a tener la oportunidad de jugar ese juego, y se perdió.

Volviendo a la pregunta original, después de pensar en esto, estoy seguro de que para un niño ganar o perder, meter o recibir un gol, puede ser una tragedia o puede ser un triunfo.

Todavía el recordar ese juego me infla el pecho, me enchina la piel. Y habrá quien piense que es una tontería de niños, pero en aquel momento fue lo máximo, y como tal se quedó grabado en mí alma.

Bendita infancia.

7 de agosto de 2007

Dejo de Ser Agavero.

Como había platicado en algún post anterior, los domingos me dedicaba a ir a unos terrenos en los que plantábamos y cuidábamos agave. Los que estábamos en este negocio éramos mi suegro, mi concuño (que conste que omití poner la palabra compadre) y yo.

Y es correcta mi conjugación referente a la sociedad, porque desde hace rato se rompió, y desgraciadamente creo que no solo la cuestión de la sociedad.

Sucede que mi entrada a este asunto se dio por invitación de mi suegro, quien llevaba un par de años trabajando en sociedad con mi concuño trabajando agave. Ya llevaba tiempo que me invitaba, pero por una u otra razón yo no podía o quería entrarle. Total que llegó la plantación de este año y le entré. Parte porque yo veía que mi Ñora veía con algo de anhelo que los esposos de sus hermanas si le entraban y yo no, parte por mi estima hacia mi suegrito, que yo veía que su sueño era ver a toda su familia involucrada en sus asuntos y parte porque para mí este sería un reto que me haría crecer como persona.

Total, entré de buena fe. Obviamente no es lo mismo el rendimiento que tendría alguien que se dedicó toda su vida a la Ingeniería, a las computadoras, a la Informática, al rendimiento de quienes trabajaron toda su vida como jardineros (que ese es el oficio de los esposos de mis cuñadas). Pero hecha la aclaración de ello, se me aceptó en la sociedad en dicho terreno y en los subsecuentes que entrara.

Fueron pasando los domingos y me fui adaptando a las friegas que significa trabajar el campo. La verdad al principio no fue fácil, pero poco a poco me acostumbré y, sin dejar de ser cansado, ya no lo sufrí tanto.

Pero vinieron estas últimas semanas, en las que se atravesó la mudanza de casa, el nacimiento del bebé, y otras situaciones, que mi suegro me pidió que le diera prioridad a mi familia y que lo de los terrenos no había problema, y más porque se trabajarían terrenos en los que yo no era socio. Y con esa confianza dejé de ir unas semanas.

Pero hace rato mi Ñora me recibe con una noticia: que mi concuñito le salió a mi suegrito con la babosada de que o era él o era yo. Inmediatamente me fui con mi suegro para platicar con el, y sobre todo porque mi suegro estaría seguramente con la mortificación de a qué lado hacerse (cosa que confirmé cuando platiqué con él).

Admito que de entrada mi orgullo me indicaba que yo me quedara con el asunto, y total, si físicamente no rendía, contrataba a gente para hacer la chamba y punto. Pero por otro lado mi Ñora ya llevaba varias semanas diciéndome que dejara eso, primero porque veía como mi concuñito se la pasaba de grosería en mentiras y en tonterías, y no quería que yo estuviera aguantándolo; además, estando yo en la casa hay más posibilidad de ir al cine, de ver TV o de hacer más cosas en familia que antes no se podían y que, al haber tomado ese receso, notó la diferencia.

Platiqué con mi suegro y tomé la decisión de salirme (obviamente no voluntariamente, sino forzado por esta situación). Y es que, para mi suegro, le convenía más tener a mi concuñito y sus hermanos trabajándole los agaves que solamente yo y mi inexperiencia. Además, si se quedaba conmigo, ellos tendrían diferencias en los otros terrenos en los que son socios, y no quiero cargar con eso en mi conciencia. Pero principalmente, y por encima de todo, no quería que mi suegro saliera perdiendo en esto.

Desgraciadamente esto no creo que quede en la cuestión de mi salida del negocio, porque, al ser un negocio familiar, afecta la relación de todo esto. Primero, mis suegros ya tienen a aquel como un cab%&# y no sé si vaya a cambiar su relación con él a partir de esto. Segundo, yo ya lo tenía en ese concepto, pero ahora no pienso seguir con esa relación y eso va a cambiar las formas de relación familiar (total, no me quiere en su vida, de su vida me salgo; para mi mejor que andar lidiando gente difícil). Tercero (y esto se lo dije de frente a mi suegro), esto se suma a un costalito de cuestiones que me han hecho ver que hay algo de la familia conmigo, o en mi contra (recordemos lo del nombre de mi hijo, entre otras cosas más sutiles y no menos desagradables).

Yo sé que soy diferente tanto de forma de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Mis objetivos de vida son diferentes, mas no opuestos a los de ellos. Sin embargo, siempre hay broncas y críticas. Ojalá esto no sea el inicio de una ruptura familiar.

Total, me alejo un poco (diría el expresidente Zedillo "Sana Distancia"), y solo esperando que mi Ñora no se encuentre con la disyuntiva que se le podría presentar a veces de elegir entre lo que soy yo y lo que son ellos.

4 de agosto de 2007

Registrando al Ultimo de la Familia.

Hoy fuimos al Registro Civil a llevar al bebé a que se convierta oficialmente en un ciudadano mexicano. Y ni modo, ya tiene derechos y obligaciones... Solo espero que luego no me salga con un certificado de emancipación, así como se me figura que me van a salir sus hermanos; con eso de que los derechos de los niños... Pero quién les dice de sus obligaciones??

Ahí, mientras estábamos registrándolo, llegaron unas personas preguntando por el registro de otro bebé, pero sucedió que en este caso el papá era menor de edad y debían presentar otros papeles, me imagino que supliendo la credencial para votar con fotografía (tanto rollo para decir que la del IFE). Pero eso no fue lo que me llamó la atención, sino que sucede que la mamá del bebé no era precisamente lo que yo llamaría una adolescente, como es el caso del papá. Cuando dicen que el papá es menor de edad supongo que la mamá es mayor de edad, pero jamás me imaginaría que aparentaría mínimo unos 7 u 8 años de diferencia. ¡Así es! La monita tenía alrededor de unos 25 años (y espero de verdad equivocarme de más, por que si me vi corto... ¡Pobre chamaco! ¿Ustedes creen? El chavo ha de tener 17 años cuando mucho... Y ya está con el rollo de ser papá...

En este momento, después de haber presenciado esto, agradezco que cuando yo me casé e inicié mi familia junto con mi Ñora, ya había estudiado, viajado, paseado, bailado, tomado, y tantas cosas que terminan en "ado" y que después de CASADO ya no se pueden hacer tan fácilmente. Y mi Ñora tampoco lo dijo, pero estoy seguro que lo pensó.

Y otra cosa que también agradezco: a aquel lo pichonearon, y yo por lo menos puedo meter las manitas. Porque he de decir en mi defensa que en mi casa yo siempre tengo la última palabra: "Sí, mi vidita, lo que tu digas". Y así como lo ven, cuando mi Ñora y yo discutimos, siempre termina ella de rodillas junto a la cama, suplicándome: "Sal de ahí, desgraciado, o te va peor...". Imagínense cómo me iría si fuera el caso de aquel pobre...

Y que no me lea esto mi Ñora, por que ME MA TA... Y ya los dejo porque tengo que ir a lavar los trastes...

2 de agosto de 2007

Llegando Tarde de Trabajar.

Hoy llegué algo tarde (como unas tres horas después de mi hora habitual) a mi casa después de trabajar.

Sucede que en el trabajo me quedé al final del horario normal de labores en mi chamba para poder reorganizar el Panel de Parcheo de donde depende toda la red local de la institución en la que trabajo. La razón de quedarme hasta después de que todos se fueran era para que, al hacer desconexiones y reconexiones, perjudicara en su trabajo a los menos usuarios posibles.

Como era de esperarse, este trabajo me lo aventé solo y me sirvió para reflexionar, darle vueltas a lo que estaba haciendo. Y en esas divagaciones mentales me atoré en una: cuántas veces he hecho este trabajo. Y este trabajo sobre cuantas vidas ha incidido, porque de ese trabajo depende la conexión a Internet de muchos, y al ser así hay comunicación hacia afuera, flujo de información, de amigos, de familia, de amoríos...

En un momento di con la conexión principal y, al tener ese cable pequeño, de menos de 5 mm de grosor entre mis dedos índice y pulgar, pensé hacia mí que ahí tenía yo la responsabilidad de que todo eso pudiera seguir fluyendo, o no... Me ponía a pensar cómo ha cambiado nuestra vida, y si antes yo quería comunicarme con quien yo quisiera, nadie podía interrumpirme, y en ese momento yo podía interrumpir más de una conversación de quienes se habían quedado más tarde para platicar con su novio, novia o amante por el Internet. Obviamente dicha interrupción sería causa de reclamos de parte de los usuarios, que inmediatamente me dirían que tienen a un proveedor, funcionario o contacto importante en espera por la red y que URGE reconectarse. Lo confieso, me vi tentado a hacer la travesura momentáneamente. Pero ganó la ética profesional y seguí en lo mío, que para eso estoy.

¿Qué seguirá en un futuro? Efectivamente ya hay conectividad inalámbrica, pero también la tenía a mi merced, ya que también depende de la conexión principal. ¿Acaso será lo que algunos afirman, referente a vida extraterrestre, será la comunicación por medio del pensamiento?

Se los juro que no se qué tendría el aire acondicionado, o el polvo del cableado... Total que me estaba aventando unas mariguanadas existenciales que bendito Dios fueron finalizadas con mi retorno a casa.

Pero demasiado tarde. Mis chaparros trataron de esperarme despiertos para tener nuestro habitual rato de juego antes de dormir, y para, en la medida de lo posible, que papito se acostara junto con ellos en lo que concilian el sueño. Pero esta vez no se pudo. Ni hablar, ya será mañana, porque cuando llegué ya los había vencido el sueño.

Me queda de consuelo que mi trabajo me apasiona. Lástima por quienes tienen que quedarse a deshoras en su oficina haciendo algo que les revienta. Algún día los míos entenderán mi afición por las computadoras, que trasciende más allá de lo laboral, pasando a lo personal, a lo divertido, a lo educativo. La cosa es no hacerlo un vicio... Chinnnnn...