29 de mayo de 2007

Cómo un Nombre Hace la Diferencia.

Viene un bebé en camino. ¿Tiempo restante para su llegada? Semanas.

Tal vez un día se enterará que ayer y hoy sus padres pasaron un dolor por su nombre, por él.

Como acuerdo entre mi Ñora y yo, teníamos que cuando tuviéramos hijos cada uno le escogería un nombre. Y como propósito personal, cada nombre que les he elegido a mis hijos ha tenido un significado, mucho más allá del evitarles nombres que se presten a burlas: nombres con trasfondo, con significado.

Elegimos y acordamos. Mi aportación: "Héctor". Héctor como su padrino. Como aquél descrito en cierta epopeya como quien defendió Troya y quien sacrificó su vida por los suyos. "Aquel que sujeta fuertemente". Héroe en la guerra de los cristeros quien, además de luchar por Dios, luchó por su amada. Todo en nombre del amor, de la verdad, de la justicia, de la libertad, de Dios y narrado en la novela titulada con su mismo nombre.

Cuando mi Ñora, feliz al día siguiente por tener el nombre del niño venidero, fue a compartirlo con su familia comenzó la guerra. Troya se quedó chica. Ella nunca se acordó, y yo lo desconocía, de que así se llama el exmarido de mi cuñada Lorena. Y más aún desconocíamos cuánto dolor había en ella por esa relación mal terminada. Mal dio la noticia cuando mi cuñada lloró, pataleó, amenazó, chantajeó y vociferó contra ese nombre que tanto la lastimó. Y empeoraron las cosas cuando mi Ñora comentó que ese nombre yo lo elegí, porque fue declarada culpable por el delito de no decirme ese nombre, por no convencerme a cambiarlo y por defenderme. Sentencia: de no retractarse por dicho nombre, sería el bebé condenado a no ser cuidado por la familia, a no ser llamado por su nombre y a llegar al mundo sin el apoyo de su familia materna.

De paso yo fui calificado como un insensible, un caprichudo, un terco, un necio, un desadaptado a la familia... Creo que me hubiera ido mejor si hubiera matado a un cristiano.

Tuve que salir al quite de mi Ñora, quien despedazada por el látigo de su propia sangre no pudo más. ¿Es posible que sus hermanos y su propia madre se unan a una sin razón de este tipo contra su propia familia? Pues señoras y señores: se dio esta situación.

Que decepción al ver que, al dar yo la cara, solamente me encontraría con silencio. Los que valientes fueron para juzgar a mi mujer, no levantaron la voz de nuevo cuando exigí respeto, cuando expliqué la situación y cuando traté de hacer ver que estaba dispuesto a cambiar ese nombre pero no sin antes hablar con quien se debe, no con quien se mete. Decepción y alivio, porque vi que al dar la cara y enseñar mi verdad no tuvieron mas que entender que el juicio no fue legal y que la justicia no estaba precisamente de su lado, o por lo menos no totalmente. Minimizaron frases, evadieron comentarios... Sentencia anulada. El bebé seguirá bien esperado, seguirá bien querido y será bien nacido. ¿Nombre? Habrá que cambiarlo para que la cuñada aludida deje de sentir la ofensa hacia ella. Pero... Ahora bien, ella está con otro hombre, con quien tiene una hermosa niña, tiene un dolor vivo, el cual la llevó de la mano a manipular a su propia familia contra un objetivo que era borrar de la faz del mundo tal nombre. ¿Dicho dolor qué lleva consigo? ¿Odio? ¿Frustración? ¿...Recuerdos? Yo no sé ni me importa. Ojalá lo clarifique antes de que su pareja lo interprete de otra forma y de nuevo pierda a alguien y se quede sola. Pero eso sí, me perdió a mí (tal vez no pierde mucho ni se quede sola).

Por mi parte, cumpliré el castigo de no poder elegir libremente el nombre de mi propio hijo. En nombre de la unión familiar...

Hijo amado: si algún día lees estas palabras, quiero que sepas que tu madre lloró por ti ayer y hoy. Luchó contra su propia madre y contra sus hermanos por que fueras amado y respetado. Y estuviste a punto de llamarte Héctor... Sí, hijo mío, como el héroe...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces hacemos una tormenta en un vaso de agua!
Y si la cuñada ya te perdió pues ponle al bebé el nombre que se te de tu reverenda gana! faltaba mas!
Digo, no?

Guillermo González dijo...

Eso es muy cierto. Pero a veces es más difícil de lo que uno quisiera. El problema en este caso es que si le pongo el nombre al bebé, no seré yo quien sea tratado de forma diferente con respecto a los demás niños.
Lo hago por él, para que sea tratado igual, para que sea querido igual.
Y también para llevar la fiesta en paz con mi familia política, que aunque a veces pienso que no vale la pena, por cómo se comportaron, es preferible eso a andar aguantando caras y broncas toda la vida. Por lo pronto eso hay, pero será temporal.
Gracias amigo(a).