19 de marzo de 2007

Una Tendera en Apuros.

Hoy es día de asueto. Con eso de que se legisló que ahora el asueto que se da por la celebración del natalicio del, para mí no tan célebre, Benito Juárez en lugar de que caiga el mero 21 de marzo ahora sea en cada lunes tercero de marzo, hoy nos la pasamos en casa. Por mí qué mejor, con la excepción de que hoy me la pasé enfermo de tos. Ya llevo varios días, pero la cosa va de mal en peor, así que a ver si con el descanso de este día ya le bajo y no la hago tanto de tos. Nos la pasamos en casa, y en una de esas, hubo la necesidad de ir a la tienda para comprar algunos faltantes que teníamos para la comida.

Es de sobra decir que en el fraccionamiento ya somos una familia bastante ubicada: si no es por el hecho de que mis chaparros son los únicos gemelos de estos lugares, ya la situación de que yo sea el presidente del fraccionamiento hace que sea imposible pasar inadvertidos.

Y este es el caso en la tienda. Mis hijos ya son muy ubicados. La señora de la tienda no solo ya los conoce, sino que ya hasta reconoce quién es quién. Y les ha tomado cariño. Y como tal, les dio un regalito: una arañita de plástico.

Error. UNA arañita.

Una ley que tenemos en casa es que si algo vamos a comprar, siempre, pero siempre siempre, lo haremos en par y, de ser posible, sin diferencias en color, tamaño ni de ninguna otra especie. Nunca hacerlo en número non. Y este fue el caso.

Inmediatamente Diego levantó la mano, lo suficientemente rápido como para ganarle a Carlos la araña. Y dicho como hecho, Carlos, al verse vencido por su hermano, intentó hacerse justicia por su propia mano, pero Diego, obviamente, se defendió y no dejó que le arrebataran su reciente adquisición. Y bendito Dios que no había una quijada de burro, porque si no hubiéramos visto repetida la historia de Caín y Abel representada en versión moderna y todo por una arañita de plástico.

Pobre señora, inmediatamente vio lo que sucedía e inmediatamente intentó arreglar la situación. Sacó velozmente un Danonino del refrigerador y se lo dio a Carlos. Cuál va siendo la sorpresa de todo el público (oh, sí, amigos blogueros, esta situación no solo se la quemó la señora de la tienda, sino que todos los vecinos en ese momento presentes que esperaban su turno, así que ya se imaginarán la vergüenza, no solo por la escena, sino por el tiempo que les estábamos quitando) que cuando Diego vio que Carlos tenía un premio de consolación mayor que la mentada araña, no se le va echando encima y tratando de arrebatarle la golosina.

Gritos, arañones, patadas... El público divertido, mi Ñora y yo desconcertados (ni cómo regañarlos), los chiquillos dispuestos a sacarse los ojos y la señora mortificada.

Su último recurso: otro Danonino.

Santa paz.

Yo creo que voy a adiestrar a este par de sediciosos para que se ganen el cariño de todos nuestros acreedores, para que cuando vayamos tengan el detalle de regalarles algo y que armen una trifulca como la de hoy. A ver si nos salen gratis nuestras deudas, ¿no? Porque a final de cuentas no solo sacaron los Danoninos, sino que se quedaron con la araña famosa y al final se pusieron a jugar aventándosela el uno al otro.

Lo que sí estoy seguro es que la señora comprendió que los regalos siguientes deberán ser en pares.

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