Este día estuvo algo ajetreado: en la mañana córrele al trabajo, por un curso en el que nos enseñarían Revit, un programa de diseño asistido por computadora. De ahí, córrele a Educación para Adultos, para capacitar al chavo que se quedaría en mi lugar, a fin de que sepa qué estaba haciendo yo y poderle dar continuidad. Y de ahí córrele a la casa para comer, arreglar chaparros y dejarlos con mi madre, para que mi Ñora y yo pudiésemos ir a un evento de "No Niños" (y vaya que a veces hacen falta momentos así).
¿Razón? Hoy se casan Daniel y Sahara. A Dany lo conocí precisamente en Educación para Adultos, en el Departamento de Informática. De hecho entramos casi al mismo tiempo, con una semana de diferencia. Y a partir de ahí inició una amistad muy buena y que espero que siga por mucho tiempo.
De por sí hace un par de días estaba con la melcocha de nuestro cuarto aniversario... Pues a eso le agregamos el estar en una boda y, de paso, recordar la nuestra. "¿Y te acuerdas cuando nosotros...?" fue la frase a repetir durante diversos momentos en el evento. Que si el vestido, que si la sacada del liguero, que si esto, que si el otro. En este momento me queda bastante claro que en mi boda me salvé de dos momentos que tradicionalmente se aplican durante las fiestas: el cargar con el novio recién difunto y aventarlo por los cielos, hacerle ley del poste y desvestirlo hasta donde la prudencia, el pudor, el público y la novia lo permitan, y el fatídico baile del mandilón, que más que una parodia amenaza con ser una profecía o maldición en cada matrimonio.
Y pues con esta fecha queda registrado el inicio de una vida juntos, como marido y mujer, como uno solo, de Daniel y Sahara. Que Dios me los bendiga.
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