Hoy recibí una llamada en la que una amiga, a quien quiero muchísimo, me dice que un amigo mío, casado, y ella, fueron descubiertos por la esposa de él en un romance. La situación se dio por que la mujer vio el correo electrónico de mi amigo, y en el cual descubrió la relación existente entre ellos. Tanto mi amiga como mi amigo me mantuvieron al margen de esto, pero ya veo venir broncas. ¿Por qué? Porque yo los presenté. Porque mi Ñora ya le tenía idea a ella. Porque más de alguna vez yo propicié salir entre amigos y ahí estaban ellos. Todo esto sin yo saber qué había entre ellos.
Qué cosas se tienen que vivir cuando una relación se encuentra fracturada y alguno de los dos busca en otro lado lo que no tiene en casa (o lo que cree no tener).
Mi amiga me llamó preocupada. No tanto por la situación que se dio, sino porque prefirió darme la cara, confesarme su error, y darme su versión antes de que me llegara por otro lado haciendo que mi imagen de ella cambie por la de... Ustedes saben. Y efectivamente, la conozco desde hace años, y nunca había caído en algo así. Conforme supe la verdad, tanto por ella, como después por mi amigo, a quien abordé más tarde, supe que tenía razón. Ambos estuvieron en el lugar y en el momento equivocados.
Pero cómo haremos con esta sociedad que tiene estereotipadas las relaciones. Se juzga una infidelidad, se juzga un abandono. Pero no se juzga la soledad, no se juzga la desatención, no se juzga la desconfianza ni la falta de comunicación. Ni para qué bando hacerse... ¿Quién es culpable? ¿El infractor o la víctima?
En fin, le pido a Dios que esto no pase a mayores. Que no se desbarate una familia bonita que tuvo un tropiezo, ni que se destruya la vida de una buena muchacha que solamente cometió un error.
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