Sucede que mi padre y yo hemos estado distanciados un buen. Esto originado en el divorcio que hubo entre mi madre y él, y después del cual sucedieron y dejaron de suceder tantas cosas que hicieron que la relación, con el paso de los años, resultara inexistente. Cuando mi Ñora y yo estábamos por casarnos, ella me sugirió que me reconciliara con mi padre. Para mí, en ese momento, ni existía ni odio, ni coraje, ni mucho menos, así que decidí seguir su consejo, y fue así como después de tantos años, mi padre volvió a mi vida momentáneamente. Estuvo en mi boda. Estuvo en el nacimiento de los gemelos... Y desapareció de nuevo. ¿Razones? Supongo que esperaba que yo lo buscara diariamente, como si nada hubiera pasado, como en algún momento me lo llegó a reclamar y ante lo que le dejé claro que el tiempo debía hacer lo suyo y sin presionar. Pasaron un par de años, de nuevo.
Pero llegó el día del padre, y de repente, mientras estaba en el cine con mi familia, llevándolos a ver Shrek 3, recibí un mensaje de mi padre felicitándome. Sinceramente pensaba felicitarlo yo a él, pero hasta la tarde, después del partido de México. Pues decidí devolverle la felicitación, pero a viva voz, y le llamé. Lo felicité, me felicitó, y me pidió que volviéramos a intentarlo.
Termina el cine y a casita a ver el partido de la Selección Mexicana contra Costa Rica, a presenciar sufridamente los experimentos que hace nuestro queridísimo Hugol para encontrar la mejor combinación para jugarle a los grandes.
Curioso Día del Padre... Cine, futbol, y mi padre que se me aparece de quien sabe donde...
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