Como había platicado en algún post anterior, los domingos me dedicaba a ir a unos terrenos en los que plantábamos y cuidábamos agave. Los que estábamos en este negocio éramos mi suegro, mi concuño (que conste que omití poner la palabra compadre) y yo.
Y es correcta mi conjugación referente a la sociedad, porque desde hace rato se rompió, y desgraciadamente creo que no solo la cuestión de la sociedad.
Sucede que mi entrada a este asunto se dio por invitación de mi suegro, quien llevaba un par de años trabajando en sociedad con mi concuño trabajando agave. Ya llevaba tiempo que me invitaba, pero por una u otra razón yo no podía o quería entrarle. Total que llegó la plantación de este año y le entré. Parte porque yo veía que mi Ñora veía con algo de anhelo que los esposos de sus hermanas si le entraban y yo no, parte por mi estima hacia mi suegrito, que yo veía que su sueño era ver a toda su familia involucrada en sus asuntos y parte porque para mí este sería un reto que me haría crecer como persona.
Total, entré de buena fe. Obviamente no es lo mismo el rendimiento que tendría alguien que se dedicó toda su vida a la Ingeniería, a las computadoras, a la Informática, al rendimiento de quienes trabajaron toda su vida como jardineros (que ese es el oficio de los esposos de mis cuñadas). Pero hecha la aclaración de ello, se me aceptó en la sociedad en dicho terreno y en los subsecuentes que entrara.
Fueron pasando los domingos y me fui adaptando a las friegas que significa trabajar el campo. La verdad al principio no fue fácil, pero poco a poco me acostumbré y, sin dejar de ser cansado, ya no lo sufrí tanto.
Pero vinieron estas últimas semanas, en las que se atravesó la mudanza de casa, el nacimiento del bebé, y otras situaciones, que mi suegro me pidió que le diera prioridad a mi familia y que lo de los terrenos no había problema, y más porque se trabajarían terrenos en los que yo no era socio. Y con esa confianza dejé de ir unas semanas.
Pero hace rato mi Ñora me recibe con una noticia: que mi concuñito le salió a mi suegrito con la babosada de que o era él o era yo. Inmediatamente me fui con mi suegro para platicar con el, y sobre todo porque mi suegro estaría seguramente con la mortificación de a qué lado hacerse (cosa que confirmé cuando platiqué con él).
Admito que de entrada mi orgullo me indicaba que yo me quedara con el asunto, y total, si físicamente no rendía, contrataba a gente para hacer la chamba y punto. Pero por otro lado mi Ñora ya llevaba varias semanas diciéndome que dejara eso, primero porque veía como mi concuñito se la pasaba de grosería en mentiras y en tonterías, y no quería que yo estuviera aguantándolo; además, estando yo en la casa hay más posibilidad de ir al cine, de ver TV o de hacer más cosas en familia que antes no se podían y que, al haber tomado ese receso, notó la diferencia.
Platiqué con mi suegro y tomé la decisión de salirme (obviamente no voluntariamente, sino forzado por esta situación). Y es que, para mi suegro, le convenía más tener a mi concuñito y sus hermanos trabajándole los agaves que solamente yo y mi inexperiencia. Además, si se quedaba conmigo, ellos tendrían diferencias en los otros terrenos en los que son socios, y no quiero cargar con eso en mi conciencia. Pero principalmente, y por encima de todo, no quería que mi suegro saliera perdiendo en esto.
Desgraciadamente esto no creo que quede en la cuestión de mi salida del negocio, porque, al ser un negocio familiar, afecta la relación de todo esto. Primero, mis suegros ya tienen a aquel como un cab%&# y no sé si vaya a cambiar su relación con él a partir de esto. Segundo, yo ya lo tenía en ese concepto, pero ahora no pienso seguir con esa relación y eso va a cambiar las formas de relación familiar (total, no me quiere en su vida, de su vida me salgo; para mi mejor que andar lidiando gente difícil). Tercero (y esto se lo dije de frente a mi suegro), esto se suma a un costalito de cuestiones que me han hecho ver que hay algo de la familia conmigo, o en mi contra (recordemos lo del nombre de mi hijo, entre otras cosas más sutiles y no menos desagradables).
Yo sé que soy diferente tanto de forma de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Mis objetivos de vida son diferentes, mas no opuestos a los de ellos. Sin embargo, siempre hay broncas y críticas. Ojalá esto no sea el inicio de una ruptura familiar.
Total, me alejo un poco (diría el expresidente Zedillo "Sana Distancia"), y solo esperando que mi Ñora no se encuentre con la disyuntiva que se le podría presentar a veces de elegir entre lo que soy yo y lo que son ellos.
2 comentarios:
Pues vaya que si es dificil la relacion con la familia politica y mas cuando es grande y se tienen preferencias...que malo que te tengas que alejar pero si es lo mejor para ti y tu familia adelante como dices "sana distancia"...gracias por visitar mi blog yo no podia entrar al tuyo hasta ahora.
Saludos
Gracias a tí por tu visita.
Y fíjate que mi intención no era alejarme, sino al contrario, buscar ganármelos, pero también es una lucha contra corriente que a veces no tiene caso. Mejor hago la lucha con quienes si tiene caso, y con este señor ni hablar.
Saludos.
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