Hoy, como todos los Sábados, fui con mi suegro a trabajar y nos regresamos a casa temprano. Cuando regresábamos, nos encontramos en la tienda a un amigo que vive por la casa.
La situación de que este amigo viva cerca de nuestra casa es muy curiosa. Éramos compañeros en la universidad y nos hicimos muy buenos amigos. Pasó el tiempo, y cuando tramitamos mi Ñora y yo el crédito para venirnos a vivir a la casa donde actualmente vivimos, después nos salió este cuate, Oscar, con que el ya llevaba varios meses tramitando un crédito en este mismo fraccionamiento. Yo sin saber que el tramitaba casa por acá, y el sin saber que nosotros estaríamos por acá. Cosas del destino, ¿no?
Cuando lo vimos lo saludamos como siempre, pero justo en el momento en que nos despedimos y el se dirigía a su casa, su esposa me llamó y me preguntó que si estaríamos en nuestra casa, y al decirle que si, me comentó que en un momento nos visitaba.
Al comentarle eso a mi Ñora, nos dio mala espina, como si estuvieran peleados y ella buscaría compañía al estar ausente su esposo. No le movimos.
Al rato, vinieron ellos junto con su hijo bien quitados de la pena y se quedaron en casa un rato. Jugamos Uno (ya he platicado de ese juego) y todo pasó como si nada.
Al final, mi Ñora y yo nos quedamos con la duda de que si algo pasaba, o era premeditado, o sólo veíamos moros con tranchete. Sabrá Dios.
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