Como decía al principio de este blog, quiero imprimir en estas memorias sucesos alegres, tristes, dolorosos, y todos aquellos que se me atraviesen por mi vida por si algo pueden dejar (de preferencia positivo).
Y en esta ocasión quiero dejar como experiencia que para confiar en la gente hay que ir con cuidado. Y disculpen, mis queridos visitantes, si pareciera esto una queja, un desahogo... Pues precisamente eso es.
Platico mi llegada a Educación para Adultos. Anteriormente estaba en un trabajo en Tepic, Nayarit. En dicho trabajo se nos prometió a mi Ñora y a mí una buena chamba (ella como contadora y yo, como siempre, informático). Total que quedó en eso, puras promesas. Sin contar con un poco de malos tratos que nos encontramos por allá. Así que tuvimos que regresarnos a Guadalajara sin casa, ni empleo ni perro que nos ladre. Eso sí: con una decepción, un fracaso y un desaliento a cuestas que no aguantábamos. En eso, apareció la oportunidad de entrar a Educación para Adultos y la tomé. Entro a dicha institución como miembro del Departamento de Informática y con la convicción de agradecerle a la institución que me dio la oportunidad de volverme a levantar, y mi mejor forma de hacerlo es: trabajar.
Quién diría que eso pisaría callos ajenos. Después se me cambia de área a Acreditación (en el puestecito rimbombante ese de "Administrador Estatal del Sistema Estatal de Exámenes en Línea y Pre-Registros") sin previo aviso.
Cual va siendo mi sorpresa, hoy que me acabo de enterar, de que ese cambio se debió a que mi trabajo, el cual ejercía por agradecimiento a la institución, por compromiso con todos los adultos que aún no han recibido la oportunidad de concluir sus estudios y por amor a mi familia, sería la causa de que a mi jefe inmediato se le vinieran grillas encima por su ineficacia antes de mi llegada.
Era muy motivante que la gente mi dijera que mi trabajo desatoraba cosas que llevaban meses o años atoradas, pero eso implicaba que alguien no las hacía por negligencia, por ignorancia o por mala voluntad. Y ese alguien decidió ponerle fin a la sombra que le hice. Me imagino que temió por su hueso...
Pero a seguir adelante y a servir en lo que estoy. De que dolió este maneje, dolió. Pero de que me puedo levantar y de que la chamba que estoy haciendo es importante, lo es. Trabajo es trabajo y la misión continúa.
Qué impotencia se siente. Ojalá que si algún día tengo esa posibilidad de influencias, no la use para mal.
Y ojalá que nuestro México cambie. Que deje de ser una ley de la selva en la que se pisotea al prójimo. Que dejemos de andar viendo moros con tranchete y andar sospechando de "complós" en nuestra contra, y nos dediquemos a vivir, a cuidar a nuestra familia, y a disfrutar de esta vida que es un regalo maravilloso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario