5 de febrero de 2007

Añorando San Jerónimo.

Hoy fue un día de flojera. Nos levantamos tarde, desayunamos un rico menudo (comprado, obviamente): nos la llevamos leve. La verdad ya me hacía falta eso, porque eso de trabajar TODOS los días de la semana, la verdad empieza a cansarme.

Por la tarde nos cayeron visitas: amigos de hace años que éramos el alma del templo de San Jerónimo hace como 15 años. Unos estábamos en el coro, otros formábamos parte del grupo juvenil, otros organizábamos salidas a misiones, otros peregrinaciones al cerro del Cubilete, en Silao, Guanajuato... Y por supuesto no podían faltar el futbol, los tacos y la cerveza (obviamente muy aparte del templo, jejeje). Fue un reencuentro muy agradable. El pretexto: que no me habían visitado en mi cumpleaños, así que más vale tarde que nunca.

Se me ocurrió enseñarles unas fotos de aquellos tiempos (cuando yo era delgado), y recordamos cuando nos poníamos a hacer pirámides humanas en el cubilete y que Guadalajara (es decir nosotros) siempre éramos los que ganábamos por pirámides más altas... Cuando nos íbamos de misiones y que una vez tuvimos que regresarnos en tren... Cuando estábamos en el coro... Algunas anécdotas futboleras... Tantas y tantas anécdotas.

Y después de esa reunión, se me vinieron tantos recuerdos... Como ese de que yo ostenté (y creo que aún no ha habido alguien que me supere) el récord de mayor cantidad de tacos de barbacoa comidos en una cena: 23. La verdad es que de chavo (y todavía, pero no como antes) tenía buen apetito, pero en esa ocasión lo ameritaba, ya que íbamos como 8 amigos y se acordó apuesta de que el que comiera menos pagaba, y yo no me iba a dejar, ¿¿¿verdad???

Ahhhhhh, aquellos tiempos. La verdad mi juventud la disfruté mucho. Muchísimo. Pero pues, esa etapa pasó y ni modo.

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